LA TRISTEZA
¿Te has sentido triste en algún momento estos días?
¿Has sabido gestionar esa tristeza?
¿Sabías que la tristeza es una emoción innata, y útil para soportar los avatares de la vida?
La TRISTEZA nos muestra que hemos perdido algo valioso, te da un espacio para que te adentres en ti mismo/a, y puedas adaptarte a la nueva situación.
No cabe ninguna duda, que durante estos días de confinamiento, todos y todas sin excepción hemos sufrido alguna pérdida: la libertad de movimiento, la libertad de abrazar y ser abrazados/as por los nuestros, e incluso algún ser querido al que no hemos podido despedir como necesitamos.
Ante una pérdida se pasan toda una serie de etapas, por las que hay que transitar irremediablemente, y todas ellas tienen su razón de ser.
- La negación. Nos protege del dolor de la pérdida, negándola. ¡No puede ser que eso haya sucedido! ¡No es justo!
- La aceptación. Una vez hemos superado el insoportable dolor, asumimos que esa pérdida es real, y mediante la tristeza disminuimos nuestro metabolismo, nos encontramos con nosotros/as mismos/as y nos preparamos para asumir el duelo. Para ello necesitamos ese período de recogimiento, de permitirnos sentir esa tristeza, y dejarla fluir mediante las lágrimas, las palabras, el silencio o de la forma más acorde con nuestra persona. Es en esos momentos cuando necesitamos que nos escuchen, sin necesidad de consejos. Únicamente escucha genuina.
- La superación. Tras tomar conciencia de la pérdida, permitido que el dolor causado fluya a través de nosotros, y mantenido en un estado de poca actividad, nuestra conciencia entra en juego. Empezamos a re-planificar la nueva situación, poco a poco, y tal y como vamos recuperando la energía necesaria, llevaremos a cabo las acciones pertinentes.
¿Cuál es el problema?
Que la tristeza es una emoción dolorosa y desagradable, pero necesaria y sana. No nos gusta sentir dolor, y en muchas ocasiones lo que hacemos es ocultarlo. Y no sólo se lo ocultamos a los demás, nos lo ocultamos a nosotros/as mismos/as.
Cuando no nos permitimos sentir esa tristeza, la estamos bloqueando dentro nuestro, pudiendo dar lugar a que se cronifique, y se convierta en depresión.
La tristeza es una emoción pasajera, la depresión es un estado duradero.
¿Por qué no nos permitimos sentir la tristeza?
Las creencias son juicios y valoraciones, tanto sobre nosotros/as mismos/as como sobre los demás y el mundo, que se han instaurado en nosotros/as, y que damos por válidas sin cuestionarlas. Cada persona, desde su nacimiento, elabora un modelo del mundo según sus vivencias, percibiendo los acontecimientos de manera subjetiva y personal, y actuando en consecuencia.
Posiblemente hemos aprendido que sentirnos tristes es de débiles, y tenemos que ser fuertes, para ser reconocidos y/o admirados por los nuestros. No nos vamos a permitir sentir esa tristeza, ni reconocerla, ni mucho menos a expresarla. Sentirnos reconocidos por los demás es una necesidad básica que está muy por encima de otras necesidades.
¿Qué podemos hacer para transformar esas creencias que nos están limitando?
Primero de todo se trata de reconocerlas. Una vez reconocidas, aceptarlas, respetarlas. Esa creencia, a lo largo de nuestra vida nos ha sido útil en muchas ocasiones. Quizás ahora, es cuando percibimos que deja de sernos útil. La podemos comparar con unas gafas. En su día, esas gafas nos permitieron observar el mundo con claridad. Hoy en día, nuestra visión ha cambiado, y debemos cambiar los cristales de esas gafas; fueron útiles, pero ya no lo son.
Una creencia no se puede abandonar, si antes no tenemos otra para sustituirla.
Y como nos enseñó Sócrates “ El secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo”.
Debido a problemas de configuración de la página, no se pueden insertar Comentarios sin ser el autor. Si quieres hacer algún comentario al respecto, puedes hacerlo al mail, y lo añadiremos: info@educaemocional.com