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CÓMO GESTIONAR LA RABIA

¿Has sentido rabia por la situación que te está tocando vivir?

¿La has sabido gestionar?

¿Sabías que la rabia es una emoción innata, y necesaria para la vida en sociedad?

 

Tal y como os avancé ayer,  cuando tratamos la Expresión del Miedo, hoy vamos a tratar la Emoción de RABIA o IRA.

 

La RABIAnos indica que algo o alguien ha sobrepasado nuestros límites. Nuestra amígdala – situada en el sistema límbico, área emocional del cerebro -, moviliza todas las energías del cuerpo, proporcionando una fuerza desmedida para restablecerlos. De la misma forma que el miedo, la respuesta ha de ser rápida y concreta. Más allá de esa rapidez y concreción, se convierte en patológica. Una vez reconocida esta Rabia, se trata de aceptarla, y gestionarla.  El cuerpo nos ha avisado de que necesitamos reestablecer los límites, ha puesto en marcha el proceso para que nuestra corteza cerebral – área consciente del cerebro – busque los mecanismos más adecuados para instaurar esos límites, y que podamos volver a sentirnos protegidos.

 

¿Cuál es el problema entonces? 

 

Que la emoción se instaure en nosotros, se enquiste, no fluya, y nos mantenga en un estado constante de tensión, activando ininterrumpidamente los neurotransmisores del estrés – como la adrenalina -, desgastándonos hasta enfermarnos, o llevándonos a realizar acciones violentas con consecuencias no deseables. 

 

¿Qué podemos hacer entonces? 

 

Reconocer esa emoción en nuestro cuerpo, aceptarla sin juzgarla – tener rabia no es de salvajes, ni de inconscientes -, y dejarla fluir. 

 

¿Cómo aprendemos a reconocerla?

 

Para ello hace falta un poco de práctica. Ahora es la oportunidad de ensayar y así aprovechar ese aprendizaje cuando tus límites sean sobrepasados.

En un momento en que estés tranquilo/a, recuerda una situación concreta en la que hayas sentido rabia, ese día, en esa situación. Cierra los ojos, para centrarte mejor en ese momento pasado. Revive de nuevo esa situación, y observa dónde y cómo se manifiesta en tu cuerpo, déjatela sentir. Cada persona la manifiesta de una forma personal. Puede ser en tu estómago, pecho, garganta, cabeza, etc…., y puede ser en forma de frío, calor, cosquilleo, punzada, etc… Observa además qué imágenes te vienen a la cabeza, y cuál es tu diálogo interno – aquello que te estás diciendo -.

Ahora, cuando vuelvas a tener esa sensación, ya sabrás que se trata de rabia, la reconocerás antes de que te desborde.

 

¿Cómo la dejamos fluir? 

 

Una vez reconocida, nos permitiremos dar un grito, un salto, llorar, o cualquier acción que nos facilite descargarnos de esa tensión de una forma ecológica para nosotros/as y nuestro entorno. Una vez nos hayamos quitado ese peso de encima, y entrado en un estado de calma, empezaremos a construir los límites que vamos a poner.

 

Ahora, te toca pensar qué acciones serían necesarias y posibles para reestablecer esos límites. Compártelo con las personas de confianza. A ellas también les ha pasado, y entre todas podremos elaborar nuevos mecanismos. Ten siempre una actitud pro-activa, enfocándote en soluciones, y evitando recrearte en lo que pudo haber sido y no fue. 

 

QUE LOS MOMENTOS DIFÍCILES SEAN UN APRENDIZAJE, Y UN EMPUJÓN HACIA UN FUTURO MÁS SALUDABLE.

 

Siéntete libre de compartir estas reflexiones, y realizar los comentarios que creas oportunos para que juntos podamos superar esta situación de la mejor forma posible.

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El próximo día trataremos la gestión de la TRISTEZA.

 

Blanca Pérez

Psicóloga Coach

Colegiada 20990

www.educaemocional.com